domingo, 22 de marzo de 2015

En busca



Estoy sentada en un restaurante de Valencia esperando a que llegue mi cita a ciegas. En realidad no es a ciegas ya que nos hemos visto antes por internet. A Jean lo conocí en una página de contactos hará unos seis meses y hoy es el primer día que quedamos en persona. Así que estoy temblando como un flan. He pospuesto esta situación muchas veces y ayer me dio un ultimátum diciéndome que si no aparecía que no me molestara en volver a contactar con él. No es que Jean sea mala persona, pero claro, que te dejen plantado tres veces, es motivo para enfadarse. Siendo sincera, no es que no fuera a las citas, lo que pasa es que me acongojaba entrar y enfrentarme a él. Pero aquí estoy esperándolo y afrontando mis miedos a relacionarme abiertamente con el resto de seres humanos. Mi problema es que soy demasiado introvertida, cuando digo demasiado es el punto de no hablar con nadie que no conozca previamente e intentar evitar cualquier acercamiento de un extraño. Las situaciones en las que te paran por la calle para preguntarte algo me mata. Me pongo tan nerviosa cuando alguien se me acerca que tartamudeo y termino por escapar corriendo roja como un tomate.
Se abre la puerta y aparece mi cita. Va vestido con unos vaqueros ajustados acompañados de una camisa blanca. Es alto, más o menos, uno ochenta y cinco. Tiene los ojos azules, la boca carnosa, la nariz recta y el cuerpo trabajado en el gimnasio. La verdad, es que el chico está para mojar pan. Y es algo que no entiendo, ¿cómo semejante espécimen busca pareja por internet? Cualquier chica desearía estar con él, yo entre ellas. A ver, no es que yo sea fea pero sí normalita. Hago deporte y cuido mi imagen pero tengo la tara, si puede llamarse así, de la introversión. Por eso busco amistad por internet y, cuando ya conozco a esa persona durante un tiempo, me obligo a conocerla en persona. La mayoría de mis amigas las he conocido así, por eso, he hecho lo mismo para buscar pareja.
Se acerca hasta la mesa y sonriendo me dice:
–Hola, Martha. Por fin podemos conocernos en persona. Me alegra mucho verte –por supuesto yo ya estoy roja como un tomate.
–Hola, Jean. Yo también me alegro. Deja que me disculpe en persona por haberte dejado plantado en otras ocasiones.
–No te preocupes, tenerte hoy aquí lo compensa todo –que amable por su parte ser tan comprensivo.
Pasamos la mayor parte de la cena charlando sobre nuestros gustos y conociéndonos un poco mejor. Jean se muestra encantador. Entiende mis limitaciones y me asegura que no me preocupe. La velada trascurre tranquila y cada vez me siento más cómoda con él. Jean es de esas personas que tienen la capacidad de hacerte sentir cómodo en su compañía. Yo me quedo embelesada con su belleza, su gentileza y su simpatía.
–¿Puedo hacerte una pregunta? –le digo.
–Por supuesto.
–¿Cómo alguien como tú busca pareja por internet? No me malinterpretes, pero eres guapo, simpático y amable.
–A veces ser guapo no ayuda a ligar. Muchas veces hace que las chicas te rehúyan pensando que eres un ligón del tres al cuarto. Por eso utilizo la web de contactos, así me aseguro que la chica me conozca un poco antes de quedar con ella.
El camarero interrumpe nuestra conversación preguntando lo que deseamos para el postre. Pedimos una tarta de chocolate para compartir y mientras esperamos voy al baño a retocarme. Cuando me miro al espejo me veo horrible. “¿Qué pensará Jean de mí?”, esto es lo único que pienso. Bueno en eso y si me verá lo suficientemente guapa para estar con él. No puedo negarme que me gusta, no solo en su aspecto físico por supuesto. Lo que he conocido de él estos últimos meses me ha encantado y hoy ha terminado de afianzar los sentimientos que ya tenía hacia él. De regreso a la mesa me fijo en que Jean está escribiendo en su móvil y sonríe. Cuando me ve rápidamente guarda el teléfono y me presta toda su atención.
–¿Tiene buena pinta la tarta, verdad? –asiento–. He pedido un poco más de agua para desempalagar.
–Hay para cinco personas en ese plato –digo entre risas.
Tras comernos la tarta y bebernos toda la botella de agua, tengo angustia y estoy un poco mareada. Intento comportarme con normalidad pero de pronto, el cansancio se apodera de mí. Hemos bebido vino, pero no para llegar hasta este punto.
–¿Te encuentras bien?
–Solo estoy un poco mareada. ¿Te importa si nos vamos?
Me ayuda a levantarme y tras pagar en la barra salimos del local.
–¿Dónde tienes el coche?
–He venido a pie. No vivo muy lejos.
–Creo que será mejor que te lleve. El vino parece haberte afectado un poco.
–No sé qué me pasa, no he bebido tanto para apenas sostenerme.
Del brazo me lleva hasta su coche. Con su ayuda consigo meterme en el asiento del copiloto. Cuando Jean arranca el motor una mano, a mi espalda, me tapona la nariz y la boca con un pañuelo.

Un año después:
Desde la ducha oigo que llaman a la puerta de mi apartamento. Cuando veo que insisten más de la cuenta me pongo el albornoz y salgo a abrir. El corazón se me acelera al abrir la puerta.
–Buenos días agentes, ¿en qué puedo ayudarles?
–¿Es usted Anna Mcfurlene?
–Sí, ¿qué ocurre?
–Hace un año denunció la desaparición de Martha Mcfurlene. Tenemos noticias nuevas respecto al caso. Si hace el favor de acompañarnos a comisaria.
–Voy a vestirme –digo conmocionada.
Tras treinta interminables minutos llegamos a la comisaría. El revuelo que veo al entrar no hace más que indicarme que algo malo ha pasado. Los agentes me indican que espere en una sala hasta que llegue su superior.
–Señora Mcfurlene.
Al girarme veo a un chico de unos treinta y cinco años, que me mira fijamente.
–La misma –contesto.
–Soy Daniel, Inspector Jefe.
–¿Puede explicarme que estoy haciendo aquí? Sus agentes me han informado de novedades respecto al caso de mi hermana.
–Sígame y hablaremos tranquilamente.
Llegamos a su despacho, allí nos espera otro compañero también inspector. Ambos me cuentan que llevan siguiendo el caso de mi hermana y que han detenido a dos hombres de unos treinta años.
–¿Cómo saben que ellos tienen que ver con la desaparición de mi hermana?
–Llevamos siguiéndolos desde hace algún tiempo. No es la primera vez que actúan. Siempre el mismo modus operandi. Se citan con una chica que conocen a través de una página de contactos. Siempre va el mismo a esas citas ya que es el más agraciado de los dos. Después las retienen durante un tiempo. Las violan, las marcan y, si son buenas, las venden al mejor postor. En el caso contrario las matan. E incluso a veces las matan para vender partes de su cuerpo a enfermos que solo se excitan con eso.
–Se llama Acrotomofilia, es la excitación por  los miembros amputados –digo con toda naturalidad, ya que lo había visto con anterioridad por mi trabajo.
Me enseña una carpeta con fotos de mujeres y hombres desaparecidos. Todos con perfiles diferentes: distinta edad, distinto color de piel y pelo y, distintas complexiones.
–¿Y cómo sabe que mi hermana ha sido víctima de estos dos degenerados?
Antes de que puedan contestarme la puerta se abre y en tropel entran cinco hombres, todos conocidos por mí.
–¿Sargento Strauss?
–Agente Mcfurlene.
De inmediato miro a mi compañero Smith que se encoge de hombros.
–¿Puede alguien explicarme qué coño pasa?
–Ellos nos han llamado. Necesitan ayuda en esta investigación y al traspasar la frontera de varios estados es competencia nuestra llevar a cabo la investigación a partir de este momento. Lo primero que vamos a hacer es entrevistar a los detenidos.
–Quiero entrevistarme con ellos.
–No creo que sea lo más conveniente.
–Señor, estoy plenamente cualificada para hacer mi trabajo. Soy agente especial y trabajamos todos en la misma unidad, así que déjeme hacer mi trabajo.
–Anna, no voy a apartarte del caso si es lo que te preocupa. Pero creo que será mejor que sean otros los que hagan el trabajo.
–Soy la mejor analista de conductas que tienes en el equipo y por lo que cuentan creo que me necesitas más de lo que piensas.
–Está bien. Tú y Smith estudiad el material que los Inspectores  os proporcionaran antes de hablar con ellos.
–¿Saben algo de mi hermana? –pregunto a los Inspectores.
Creemos que ha sido vendida.
–Lucca ha intervenido todas sus comunicaciones. Está rastreando sus cuentas y tiene sus portátiles. La encontraremos –dice mi amigo.
Con un poco de esperanza Matt y yo nos ponemos a estudiar toda la documentación del caso.
 
¿Continuará?

Registrado en SafeCreative 1410192361855

No hay comentarios:

Publicar un comentario