Estoy sentada
en un restaurante de Valencia esperando a que llegue mi cita a ciegas. En
realidad no es a ciegas ya que nos hemos visto antes por internet. A Jean lo
conocí en una página de contactos hará unos seis meses y hoy es el primer día
que quedamos en persona. Así que estoy temblando como un flan. He pospuesto
esta situación muchas veces y ayer me dio un ultimátum diciéndome que si no
aparecía que no me molestara en volver a contactar con él. No es que Jean sea
mala persona, pero claro, que te dejen plantado tres veces, es motivo para
enfadarse. Siendo sincera, no es que no fuera a las citas, lo que pasa es que
me acongojaba entrar y enfrentarme a él. Pero aquí estoy esperándolo y
afrontando mis miedos a relacionarme abiertamente con el resto de seres
humanos. Mi problema es que soy demasiado introvertida, cuando digo demasiado
es el punto de no hablar con nadie que no conozca previamente e intentar evitar
cualquier acercamiento de un extraño. Las situaciones en las que te paran por
la calle para preguntarte algo me mata. Me pongo tan nerviosa cuando alguien se
me acerca que tartamudeo y termino por escapar corriendo roja como un tomate.
Se abre la
puerta y aparece mi cita. Va vestido con unos vaqueros ajustados acompañados de
una camisa blanca. Es alto, más o menos, uno ochenta y cinco. Tiene los ojos
azules, la boca carnosa, la nariz recta y el cuerpo trabajado en el gimnasio.
La verdad, es que el chico está para mojar pan. Y es algo que no entiendo,
¿cómo semejante espécimen busca pareja por internet? Cualquier chica desearía
estar con él, yo entre ellas. A ver, no es que yo sea fea pero sí normalita.
Hago deporte y cuido mi imagen pero tengo la tara, si puede llamarse así, de la
introversión. Por eso busco amistad por internet y, cuando ya conozco a esa
persona durante un tiempo, me obligo a conocerla en persona. La mayoría de mis
amigas las he conocido así, por eso, he hecho lo mismo para buscar pareja.
Se acerca
hasta la mesa y sonriendo me dice:
–Hola, Martha.
Por fin podemos conocernos en persona. Me alegra mucho verte –por supuesto yo
ya estoy roja como un tomate.
–Hola, Jean.
Yo también me alegro. Deja que me disculpe en persona por haberte dejado
plantado en otras ocasiones.
–No te
preocupes, tenerte hoy aquí lo compensa todo –que amable por su parte ser tan
comprensivo.
Pasamos la
mayor parte de la cena charlando sobre nuestros gustos y conociéndonos un poco
mejor. Jean se muestra encantador. Entiende mis limitaciones y me asegura que
no me preocupe. La velada trascurre tranquila y cada vez me siento más cómoda
con él. Jean es de esas personas que tienen la capacidad de hacerte sentir
cómodo en su compañía. Yo me quedo embelesada con su belleza, su gentileza y su
simpatía.
–¿Puedo
hacerte una pregunta? –le digo.
–Por
supuesto.
–¿Cómo
alguien como tú busca pareja por internet? No me malinterpretes, pero eres
guapo, simpático y amable.
–A veces ser
guapo no ayuda a ligar. Muchas veces hace que las chicas te rehúyan pensando
que eres un ligón del tres al cuarto. Por eso utilizo la web de contactos, así
me aseguro que la chica me conozca un poco antes de quedar con ella.
El camarero
interrumpe nuestra conversación preguntando lo que deseamos para el postre.
Pedimos una tarta de chocolate para compartir y mientras esperamos voy al baño
a retocarme. Cuando me miro al espejo me veo horrible. “¿Qué pensará Jean de
mí?”, esto es lo único que pienso. Bueno en eso y si me verá lo suficientemente
guapa para estar con él. No puedo negarme que me gusta, no solo en su aspecto
físico por supuesto. Lo que he conocido de él estos últimos meses me ha
encantado y hoy ha terminado de afianzar los sentimientos que ya tenía hacia
él. De regreso a la mesa me fijo en que Jean está escribiendo en su móvil y
sonríe. Cuando me ve rápidamente guarda el teléfono y me presta toda su
atención.
–¿Tiene buena
pinta la tarta, verdad? –asiento–. He pedido un poco más de agua para
desempalagar.
–Hay para
cinco personas en ese plato –digo entre risas.
Tras comernos
la tarta y bebernos toda la botella de agua, tengo angustia y estoy un poco
mareada. Intento comportarme con normalidad pero de pronto, el cansancio se
apodera de mí. Hemos bebido vino, pero no para llegar hasta este punto.
–¿Te
encuentras bien?
–Solo estoy
un poco mareada. ¿Te importa si nos vamos?
Me ayuda a
levantarme y tras pagar en la barra salimos del local.
–¿Dónde
tienes el coche?
–He venido a
pie. No vivo muy lejos.
–Creo que
será mejor que te lleve. El vino parece haberte afectado un poco.
–No sé qué me
pasa, no he bebido tanto para apenas sostenerme.
Del brazo me
lleva hasta su coche. Con su ayuda consigo meterme en el asiento del copiloto.
Cuando Jean arranca el motor una mano, a mi espalda, me tapona la nariz y la
boca con un pañuelo.
Un año después:
Desde la ducha
oigo que llaman a la puerta de mi apartamento. Cuando veo que insisten más de
la cuenta me pongo el albornoz y salgo a abrir. El corazón se me acelera al
abrir la puerta.
–Buenos días
agentes, ¿en qué puedo ayudarles?
–¿Es usted Anna
Mcfurlene?
–Sí, ¿qué
ocurre?
–Hace un año
denunció la desaparición de Martha Mcfurlene. Tenemos noticias nuevas respecto
al caso. Si hace el favor de acompañarnos a comisaria.
–Voy a
vestirme –digo conmocionada.
Tras treinta
interminables minutos llegamos a la comisaría. El revuelo que veo al entrar no
hace más que indicarme que algo malo ha pasado. Los agentes me indican que
espere en una sala hasta que llegue su superior.
–Señora
Mcfurlene.
Al girarme veo
a un chico de unos treinta y cinco años, que me mira fijamente.
–La misma
–contesto.
–Soy Daniel,
Inspector Jefe.
–¿Puede
explicarme que estoy haciendo aquí? Sus agentes me han informado de novedades
respecto al caso de mi hermana.
–Sígame y
hablaremos tranquilamente.
Llegamos a su
despacho, allí nos espera otro compañero también inspector. Ambos me cuentan
que llevan siguiendo el caso de mi hermana y que han detenido a dos hombres de
unos treinta años.
–¿Cómo saben
que ellos tienen que ver con la desaparición de mi hermana?
–Llevamos
siguiéndolos desde hace algún tiempo. No es la primera vez que actúan. Siempre
el mismo modus operandi. Se citan con una chica que conocen a través de una
página de contactos. Siempre va el mismo a esas citas ya que es el más
agraciado de los dos. Después las retienen durante un tiempo. Las violan, las
marcan y, si son buenas, las venden al mejor postor. En el caso contrario las
matan. E incluso a veces las matan para vender partes de su cuerpo a enfermos
que solo se excitan con eso.
–Se llama Acrotomofilia, es la excitación por los miembros amputados –digo con toda
naturalidad, ya que lo había visto con anterioridad por mi trabajo.
Me enseña una
carpeta con fotos de mujeres y hombres desaparecidos. Todos con perfiles
diferentes: distinta edad, distinto color de piel y pelo y, distintas
complexiones.
–¿Y cómo sabe
que mi hermana ha sido víctima de estos dos degenerados?
Antes de que
puedan contestarme la puerta se abre y en tropel entran cinco hombres, todos
conocidos por mí.
–¿Sargento
Strauss?
–Agente
Mcfurlene.
De inmediato
miro a mi compañero Smith que se encoge de hombros.
–¿Puede
alguien explicarme qué coño pasa?
–Ellos nos
han llamado. Necesitan ayuda en esta investigación y al traspasar la frontera
de varios estados es competencia nuestra llevar a cabo la investigación a
partir de este momento. Lo primero que vamos a hacer es entrevistar a los
detenidos.
–Quiero
entrevistarme con ellos.
–No creo que
sea lo más conveniente.
–Señor, estoy
plenamente cualificada para hacer mi trabajo. Soy agente especial y trabajamos
todos en la misma unidad, así que déjeme hacer mi trabajo.
–Anna, no voy
a apartarte del caso si es lo que te preocupa. Pero creo que será mejor que
sean otros los que hagan el trabajo.
–Soy la mejor
analista de conductas que tienes en el equipo y por lo que cuentan creo que me
necesitas más de lo que piensas.
–Está bien.
Tú y Smith estudiad el material que los Inspectores os proporcionaran antes de hablar con ellos.
–¿Saben algo
de mi hermana? –pregunto a los Inspectores.
–Creemos que ha sido vendida.
–Lucca ha
intervenido todas sus comunicaciones. Está rastreando sus cuentas y tiene sus
portátiles. La encontraremos –dice mi amigo.
Con un poco de
esperanza Matt y yo nos ponemos a estudiar toda la documentación del caso.
¿Continuará?
Registrado en SafeCreative 1410192361855
No hay comentarios:
Publicar un comentario